miércoles, 13 de agosto de 2014

Mapamundi, Mundial de Fútbol y Demanda en La Haya



(Tiempo aproximado de lectura:10 minutos)

Había escrito estas líneas terminado el Mundial de Fútbol de Brasil, pero algo me faltaba para publicarlo y justo se dio lo que me animó a hacerlo. Resulta que mis dos hijos menores, Tamara y Sebastián, fueron a compartir con la familia de mi hermano Jorge en Atlanta en sus vacaciones de invierno. Entre los distintos regalos y encargos que compraron, traían un mapamundi gigante de esos que se pegan en el muro. En la aduana del Aeropuerto Internacional de Santiago le preguntaron a Sebastián (16 años) qué era lo que traía en ese tubo. Él explico que era un Mapamundi. Si mucho más que decir, se lo requisaron para que fuese enviado a la Dirección Nacional de Límites y Fronteras. Obviamente, mi hijo no tuvo más acatar. Yo, al día siguiente, llamé y pregunté de qué se trataba todo esto. La explicación fue simple, partiendo por citar no sé qué ley o reglamento vigente, me explicaron que todo mapa que entre a nuestro país debe ser revisado por los especialistas pertinentes para verificar que las fronteras sean las correctas. ¡Chuta! Le pregunté qué pasaría con el mapamundi si la frontera no fuese "legítima". "No se preocupe, siempre lo son". Volví a insistir con la pregunta. No me respondió. Aún no sabemos de la suerte del mapamundi. Me quedé pensando en qué tipo de sociedad democrática vivo en que si quiero poner un mapa en que este Chile en mi casa particular, el mapa debe ser revisado previamente por un organismo del Estado. Entendiendo que es irme a un extremo, igual me acorde de George Orwell y 1984. 

Cada vez que los chilenos, tanto los jugadores como los miles de hinchas que estuvieron en el mundial, entonaron el himno nacional, obviamente me emocioné. En el caso del partido con España en el Maracaná, mi emoción fue tal que no pude (ni quise) contener mis lágrimas. Terminado el himno, reflexioné sobre lo que significaba "ser chileno" e irremediablemente me cuestioné esto del nacionalismo. ¿Por qué siento este orgullo de estar vibrando y cantando esta himno? ¿Qué significa para mí esto de haber nacido en esta tierra y no en la del lado o en la de más allá? Con el correr los días y de los partidos se me fueron asomando nuevas preguntas: ¿Cómo me marca el hecho de ser chileno? ¿Cómo me alienta, cómo me potencia y cómo me limita? ¿Qué es lo que me hace orgulloso de ser chileno? ¿Y qué no?  

Lo primero que se me viene a la cabeza es el azar. Uno no elige dónde nacer. Yo, sencillamente nací de madre y padre chileno en una clínica en Santiago y eso me hace ser chileno, incluso si mis padres no hubiesen sido chilenos. O sea, es simple "ser" de una nacionalidad. Está determinando por el lugar físico de este planeta dónde tu madre te dio a luz.  Si mi madre me hubiese dado a luz en Kenia, sería keniano; en Pakistán, paquistaní, y si me hubiera dado a luz en Uruguay, sería uruguayo. Con el pasar de los años, podría haber renunciado a mi "ser chileno", a mi nacionalidad y elegir otra a mi gusto. Pero al igual que la gran mayoría de nosotros, nos quedamos con nuestra nacionalidad que surge del lugar donde nacimos y que se "consolida" con la cultura en que crecemos. Entonces, esto de nacer en un determinado lugar no tiene merito.

Pensaba en cómo nos iría en el futbol si Neymar o Messi hubiesen nacido en Chile. Quizás no habría diferencia, porque no habrían crecido en un medio en que se desarrollaran como los buenos jugadores que son. Quizás sí y hubiesen sido compañeros de delantera de Alexis. Y si lo pienso un poco más, si Alexis hubiese nacido por ahí por 1870, hubiese sido boliviano, no chileno. Chuta.

Si, bien digo, Alexis hubiese sido boliviano. Los países y sus límites son arbitrariedades. No pre-existen. Son declaraciones "hechas límites" que se han formado mayoritariamente por el uso de la fuerza, en guerras, invasiones, conquista y reconquistas y que luego se "consolidan" desarrollando una cultura, que recursivamente está enfocada en proteger tales limites y los intereses propios de la sociedad y nación que se genera "dentro" de tales limites. Hoy el tema es más o menos estable. Sin embargo, no muchas décadas atrás, no lo era y en algunas partes del mundo, aún no lo es.

No existe otra instancia en todo el orbe que ensalce, gatille y haga explotar el sentido nacionalista, de pertenecer a tal o cual país como lo hacen los mundiales de fútbol cada 4 años. La única instancia que le hace la pelea es, desafortunadamente, la guerra. Y a pesar de no ir a una guerra, nosotros los chilenos entonamos el himno, como decía un periodista inglés, como si estuviésemos listos para ir a la guerra. Interesante. Lo que en la Roma antigua fue "Pan y Circo", en nuestra sociedad actual se transformó en "Cerveza y Fútbol", y no creo que sea muy discutible que nuestros políticos y la sociedad en general (en particular quienes usufructúan económicamente de ello) lo piensen y sientan realmente así, y más aún, lo alienten y promuevan. Es cosa de haber visto a la presidente de todos los chilenos, Michele Bachelet, con la "Roja" puesta en el partido con Australia. Estos mismos políticos, independiente de su color es el espectro, son quienes, desde que el país es país, nos han "vendido" el concepto de patria como lo que sus ciudadanos tienen que defender incluso con sus vidas.

Nuestro mundo está organizado de tal manera que la unidad social y política que nos identifica son los países, con límites propios, ejércitos para defender tales límites, con banderas, escudos e himnos que nos diferencian de otros. Somos "feudos" que nos preocupamos de nosotros mismos. Creamos cultura de "feudos", desarrollando una visión "hacia dentro", lo que nos impide ver en muchos casos espacios de colaboración con nuestros vecinos (sobre todos con los que compartimos fronteras), con nuestro continente, con nuestro mundo como un todo. Y desde allí, no nos queda más que competir, no hay cómo no desear ser mejor, más competitivo, más desarrollado que el país del lado, sea en el ámbito que sea. Y si nos va mal a nosotros, muchos desean que también le vaya mal al del lado. Esto no es casualidad, no han educado así por décadas, por siglos. Es la sociedad patriarcal que ensalza los valores y símbolos patrios y que tiene como mejores representantes sus fuerzas armadas y sus políticos, seguido en muchos casos por sus deportistas y sus entrenadores.

Simon Anholt, en su charla TED "¿Qué país da lo mejor para el mundo? describe que los países y sus gobiernos (bajo la mirada mencionada en el párrafo anterior) están compuestos por "Psicópatas Culturales", descrito como personas que no tienen la capacidad de ser empáticos con otros seres humanos. Cuando nos convertimos en "psicópatas culturales", no tenemos la capacidad de ver a otros seres humanos con sus vivencias, creencias, dolores, inquietudes, miedos, ambiciones y emociones. Sencillamente los metemos en un saco, generalizamos y nos burlamos de ellos, despreciando a los seres humanos que, por azar, tienen otra nacionalidad. Con esta mirada vuelvo a una de las preguntas que me hice al comienzo de estas letras, respecto a qué me hace sentir orgulloso de ser chileno y qué no. Yo no me siento orgulloso de ser chileno al escuchar a otros compatriotas burlarse abierta y descaradamente de nuestros vecinos, en particular de los bolivianos. No me siento orgulloso cuando humoristas de la talla de Coco Legrand en un escenario como el Festival de Viña del Mar se burla brutalmente del presidente de Bolivia, y por ende, del pueblo boliviano. Todos los humorista en mi país saben que sacaran carcajadas grais y seguras contando chistes del hecho histórico que los bolivianos no tengan acceso al mar. Patético.

Continúo con nuestros vecinos. Bolivia finalmente nos demandó en la Corte Internacional de La Haya, porque ellos tiene la convicción de que es su derecho recupera lo que un día fue de ellos. Nosotros los chilenos, tenemos la convicción de lo que ya ganamos es nuestro y nadie nos lo puede quitar. Y como desde La Haya puede surgir una posibilidad, quizás remota, de que efectivamente se le dé un grado de razón a nuestros vecinos, nuestro gobierno (con el apoyo casi unánime de los distintos sectores políticos) decide impugnar que la corte tiene competencia para ver este tema. Así, sin corte que nos juzgue, y con tratado limítrofe firmado hace décadas, no hay problema alguno, son sólo arrebatos de malos perdedores históricos. Chile se desentiende y listo. Leía que Marco Enríquez-Ominami piensa igual que yo. Al menos somos dos chilenos que pensamos lo mismo. Obviar y desconocer el problema con nuestros vecinos, no significa que el problema no exista.

No estoy buscando con esta líneas saber quién tiene razón y quién no. Creo que no es el tema. Lo que me ocupa es que somos dos países que hemos sido incapaces de buscar una salida colaborativa al tema que nos separa, gobierno tras gobierno, democráticos o dictatoriales, de los colores políticos que sean en ambas naciones. Y mientras nuestros vecinos culpan de todo a su falta de mar, responsabilizando a los chilenos que se los quitamos; nosotros los chilenos, nos hacemos los desentendidos respecto a las demandas de nuestros vecinos, argumentando que no hay problema alguno, que todo está zanjado. Efectivamente tenemos temas pendientes con Bolivia y desde allí, no hay peor ciego que el que no quiere ver.  Si no los tuviéramos, seríamos dos países hermanos con relaciones diplomáticas y sencillamente no es así. Y como en toda relación de a dos, la responsabilidad es compartida.

El fútbol es un muy buen reflejo de los nacionalismos a flor de piel. Un juego se convierte en una razón para descalificar, ofender y en muchos casos agredir a otros. Se comienza con abuchear el himno del contrincante, situación que en nuestro país es muy común, demostrando nuestra cero falta de respeto por el país "contrario". Y si es Bolivia, Perú o Argentina el equipo a ganar, la falta de respeto se multiplica. Hasta los respetuosos brasileños rompieron su norma en el partido contra Chile. Parece que se nos fuera la vida, que de verdad entráramos a una batalla campal en que el sentimiento nacionalista nos desborda.

Así, los políticos y otras instituciones republicanas comienzan a cruzar líneas y limites que nos confunden cómo sociedad al dejar de poner las cosas en su justo lugar, alentando aún más, con la buena excusa de un deporte, el nacionalismo que hay que defender a toda costa, en cada centímetro de suelo patrio. Se vio en la recepción de nuestros jugadores, como lo más probable que ocurrió también con los jugadores colombianos, los ticos y los argentinos, que fueron recibidos por las autoridades máximas de la nación como "héroes", exaltamos los valores patrios y el orgullo de ser chilenos. Raya en el extremo cuando el Ejército de Chile homenajea a Gary Medel "por encarnar el espíritu del soldado chileno" y se le regala un corvo. No entiendo la relación que se desea hacer. Bueno, en realidad la entiendo. Sin embargo, no la comparto para nada. Definitivamente me pasa algo cuando mezclamos con tanta simpleza un deporte, maravilloso como es el futbol, con otros valores patrios que nos llevan a sacar nuestro nacionalismo no en un juego, sino en la defensa de lo "nuestro", con la clara alusión a lo "nuestro", y por tanto a lo que no es de otros.

¿No habrá otra manera de relacionarnos que nos sea desde nuestros "feudos"? ¿No habrá la posibilidad de crear espacios colaborativos en que países vecinos puedan sentarse a conversar la mejor manera de solucionar sus diferencias sin que tengamos que terminar en una corte que está a miles de kilómetros de distancia de nuestra realidad?

La redes sociales, la tecnología de poder conversar con cualquier ser humano del planeta en tiempo real, la posibilidad de viajar como nunca antes ha existido en la historia de la humanidad, está borrando muy de a poco las fronteras  formales y nos está mostrando que detrás de cada "feudos" hay seres humanos que aman, sufren, se ríen, lloran y vibran con casi las mismas cosas y circunstancias que los habitantes del "feudo" del lado. Se viene un mundo más colaborativo, si o si. Puede que llegue un poco más tarde a este país que está al fin del mundo... pero finalmente llegará.

1 comentario:

Unknown dijo...

“Hay que hacer a un lado el concepto de patriotismo porque el patriotismo es prehistórico.” - Santana