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HabÃa escrito estas lÃneas terminado el Mundial de Fútbol de Brasil, pero algo me faltaba para publicarlo y justo se dio lo que me animó a hacerlo. Resulta que mis dos hijos menores, Tamara y Sebastián, fueron a compartir con la familia de mi hermano Jorge en Atlanta en sus vacaciones de invierno. Entre los distintos regalos y encargos que compraron, traÃan un mapamundi gigante de esos que se pegan en el muro. En la aduana del Aeropuerto Internacional de Santiago le preguntaron a Sebastián (16 años) qué era lo que traÃa en ese tubo. Él explico que era un Mapamundi. Si mucho más que decir, se lo requisaron para que fuese enviado a la Dirección Nacional de LÃmites y Fronteras. Obviamente, mi hijo no tuvo más acatar. Yo, al dÃa siguiente, llamé y pregunté de qué se trataba todo esto. La explicación fue simple, partiendo por citar no sé qué ley o reglamento vigente, me explicaron que todo mapa que entre a nuestro paÃs debe ser revisado por los especialistas pertinentes para verificar que las fronteras sean las correctas. ¡Chuta! Le pregunté qué pasarÃa con el mapamundi si la frontera no fuese "legÃtima". "No se preocupe, siempre lo son". Volvà a insistir con la pregunta. No me respondió. Aún no sabemos de la suerte del mapamundi. Me quedé pensando en qué tipo de sociedad democrática vivo en que si quiero poner un mapa en que este Chile en mi casa particular, el mapa debe ser revisado previamente por un organismo del Estado. Entendiendo que es irme a un extremo, igual me acorde de George Orwell y 1984.
Cada vez
que los chilenos, tanto los jugadores como los miles de hinchas que estuvieron
en el mundial, entonaron el himno nacional, obviamente me emocioné. En el caso
del partido con España en el Maracaná, mi emoción fue tal que no pude (ni
quise) contener mis lágrimas. Terminado el himno, reflexioné sobre lo que
significaba "ser chileno" e irremediablemente me cuestioné esto del nacionalismo. ¿Por qué siento este orgullo de estar vibrando y cantando
esta himno? ¿Qué significa para mà esto de haber nacido en esta tierra y no
en la del lado o en la de más allá? Con el correr los dÃas y de los partidos se
me fueron asomando nuevas preguntas: ¿Cómo me marca el hecho de ser chileno?
¿Cómo me alienta, cómo me potencia y cómo me limita? ¿Qué es lo que me hace
orgulloso de ser chileno? ¿Y qué no?
Lo primero
que se me viene a la cabeza es el azar. Uno no elige dónde nacer. Yo, sencillamente
nacà de madre y padre chileno en una clÃnica en Santiago y eso me hace
ser chileno, incluso si mis padres no hubiesen sido chilenos. O sea, es simple
"ser" de una nacionalidad. Está determinando por el lugar fÃsico de
este planeta dónde tu madre te dio a luz. Si mi madre me hubiese dado a luz en Kenia, serÃa
keniano; en Pakistán, paquistanÃ, y si me hubiera dado a luz en Uruguay, serÃa
uruguayo. Con el pasar de los años, podrÃa haber renunciado a mi "ser
chileno", a mi nacionalidad y elegir otra a mi gusto. Pero al igual que
la gran mayorÃa de nosotros, nos quedamos con nuestra nacionalidad que surge
del lugar donde nacimos y que se "consolida" con la cultura en que
crecemos. Entonces, esto de nacer en un determinado lugar no tiene merito.
Pensaba en cómo nos irÃa en el futbol si Neymar o Messi hubiesen nacido en Chile. Quizás no habrÃa diferencia, porque no habrÃan crecido en un medio en que se desarrollaran como los buenos jugadores que son. Quizás sà y hubiesen sido compañeros de delantera de Alexis. Y si lo pienso un poco más, si Alexis hubiese nacido por ahà por 1870, hubiese sido boliviano, no chileno. Chuta.
Si, bien digo, Alexis hubiese sido boliviano. Los paÃses y sus lÃmites son arbitrariedades. No pre-existen. Son declaraciones "hechas lÃmites" que se han formado mayoritariamente por el uso de la fuerza, en guerras, invasiones, conquista y reconquistas y que luego se "consolidan" desarrollando una cultura, que recursivamente está enfocada en proteger tales limites y los intereses propios de la sociedad y nación que se genera "dentro" de tales limites. Hoy el tema es más o menos estable. Sin embargo, no muchas décadas atrás, no lo era y en algunas partes del mundo, aún no lo es.
No existe otra instancia en todo el orbe que ensalce, gatille y haga explotar el sentido nacionalista, de pertenecer a tal o cual paÃs como lo hacen los mundiales de fútbol cada 4 años. La única instancia que le hace la pelea es, desafortunadamente, la guerra. Y a pesar de no ir a una guerra, nosotros los chilenos entonamos el himno, como decÃa un periodista inglés, como si estuviésemos listos para ir a la guerra. Interesante. Lo que en la Roma antigua fue "Pan y Circo", en nuestra sociedad actual se transformó en "Cerveza y Fútbol", y no creo que sea muy discutible que nuestros polÃticos y la sociedad en general (en particular quienes usufructúan económicamente de ello) lo piensen y sientan realmente asÃ, y más aún, lo alienten y promuevan. Es cosa de haber visto a la presidente de todos los chilenos, Michele Bachelet, con la "Roja" puesta en el partido con Australia. Estos mismos polÃticos, independiente de su color es el espectro, son quienes, desde que el paÃs es paÃs, nos han "vendido" el concepto de patria como lo que sus ciudadanos tienen que defender incluso con sus vidas.
Nuestro mundo está organizado de tal manera que la unidad social y polÃtica que nos identifica son los paÃses, con lÃmites propios, ejércitos para defender tales lÃmites, con banderas, escudos e himnos que nos diferencian de otros. Somos "feudos" que nos preocupamos de nosotros mismos. Creamos cultura de "feudos", desarrollando una visión "hacia dentro", lo que nos impide ver en muchos casos espacios de colaboración con nuestros vecinos (sobre todos con los que compartimos fronteras), con nuestro continente, con nuestro mundo como un todo. Y desde allÃ, no nos queda más que competir, no hay cómo no desear ser mejor, más competitivo, más desarrollado que el paÃs del lado, sea en el ámbito que sea. Y si nos va mal a nosotros, muchos desean que también le vaya mal al del lado. Esto no es casualidad, no han educado asà por décadas, por siglos. Es la sociedad patriarcal que ensalza los valores y sÃmbolos patrios y que tiene como mejores representantes sus fuerzas armadas y sus polÃticos, seguido en muchos casos por sus deportistas y sus entrenadores.
Simon Anholt, en su charla TED "¿Qué paÃs da lo mejor para el mundo? describe que los paÃses y sus gobiernos (bajo la mirada mencionada en el párrafo anterior) están compuestos por "Psicópatas Culturales", descrito como personas que no tienen la capacidad de ser empáticos con otros seres humanos. Cuando nos convertimos en "psicópatas culturales", no tenemos la capacidad de ver a otros seres humanos con sus vivencias, creencias, dolores, inquietudes, miedos, ambiciones y emociones. Sencillamente los metemos en un saco, generalizamos y nos burlamos de ellos, despreciando a los seres humanos que, por azar, tienen otra nacionalidad. Con esta mirada vuelvo a una de las preguntas que me hice al comienzo de estas letras, respecto a qué me hace sentir orgulloso de ser chileno y qué no. Yo no me siento orgulloso de ser chileno al escuchar a otros compatriotas burlarse abierta y descaradamente de nuestros vecinos, en particular de los bolivianos. No me siento orgulloso cuando humoristas de la talla de Coco Legrand en un escenario como el Festival de Viña del Mar se burla brutalmente del presidente de Bolivia, y por ende, del pueblo boliviano. Todos los humorista en mi paÃs saben que sacaran carcajadas grais y seguras contando chistes del hecho histórico que los bolivianos no tengan acceso al mar. Patético.
Continúo con nuestros vecinos. Bolivia finalmente nos demandó en la Corte Internacional de La Haya, porque ellos tiene la convicción de que es su derecho recupera lo que un dÃa fue de ellos. Nosotros los chilenos, tenemos la convicción de lo que ya ganamos es nuestro y nadie nos lo puede quitar. Y como desde La Haya puede surgir una posibilidad, quizás remota, de que efectivamente se le dé un grado de razón a nuestros vecinos, nuestro gobierno (con el apoyo casi unánime de los distintos sectores polÃticos) decide impugnar que la corte tiene competencia para ver este tema. AsÃ, sin corte que nos juzgue, y con tratado limÃtrofe firmado hace décadas, no hay problema alguno, son sólo arrebatos de malos perdedores históricos. Chile se desentiende y listo. LeÃa que Marco EnrÃquez-Ominami piensa igual que yo. Al menos somos dos chilenos que pensamos lo mismo. Obviar y desconocer el problema con nuestros vecinos, no significa que el problema no exista.
No estoy buscando con esta lÃneas saber quién tiene razón y quién no. Creo que no es el tema. Lo que me ocupa es que somos dos paÃses que hemos sido incapaces de buscar una salida colaborativa al tema que nos separa, gobierno tras gobierno, democráticos o dictatoriales, de los colores polÃticos que sean en ambas naciones. Y mientras nuestros vecinos culpan de todo a su falta de mar, responsabilizando a los chilenos que se los quitamos; nosotros los chilenos, nos hacemos los desentendidos respecto a las demandas de nuestros vecinos, argumentando que no hay problema alguno, que todo está zanjado. Efectivamente tenemos temas pendientes con Bolivia y desde allÃ, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Si no los tuviéramos, serÃamos dos paÃses hermanos con relaciones diplomáticas y sencillamente no es asÃ. Y como en toda relación de a dos, la responsabilidad es compartida.
El fútbol es un muy buen reflejo de los nacionalismos a flor de piel. Un juego se convierte en una razón para descalificar, ofender y en muchos casos agredir a otros. Se comienza con abuchear el himno del contrincante, situación que en nuestro paÃs es muy común, demostrando nuestra cero falta de respeto por el paÃs "contrario". Y si es Bolivia, Perú o Argentina el equipo a ganar, la falta de respeto se multiplica. Hasta los respetuosos brasileños rompieron su norma en el partido contra Chile. Parece que se nos fuera la vida, que de verdad entráramos a una batalla campal en que el sentimiento nacionalista nos desborda.
AsÃ, los polÃticos y otras instituciones republicanas comienzan a cruzar lÃneas y limites que nos confunden cómo sociedad al dejar de poner las cosas en su justo lugar, alentando aún más, con la buena excusa de un deporte, el nacionalismo que hay que defender a toda costa, en cada centÃmetro de suelo patrio. Se vio en la recepción de nuestros jugadores, como lo más probable que ocurrió también con los jugadores colombianos, los ticos y los argentinos, que fueron recibidos por las autoridades máximas de la nación como "héroes", exaltamos los valores patrios y el orgullo de ser chilenos. Raya en el extremo cuando el Ejército de Chile homenajea a Gary Medel "por encarnar el espÃritu del soldado chileno" y se le regala un corvo. No entiendo la relación que se desea hacer. Bueno, en realidad la entiendo. Sin embargo, no la comparto para nada. Definitivamente me pasa algo cuando mezclamos con tanta simpleza un deporte, maravilloso como es el futbol, con otros valores patrios que nos llevan a sacar nuestro nacionalismo no en un juego, sino en la defensa de lo "nuestro", con la clara alusión a lo "nuestro", y por tanto a lo que no es de otros.
¿No habrá otra manera de relacionarnos que nos sea desde nuestros "feudos"? ¿No habrá la posibilidad de crear espacios colaborativos en que paÃses vecinos puedan sentarse a conversar la mejor manera de solucionar sus diferencias sin que tengamos que terminar en una corte que está a miles de kilómetros de distancia de nuestra realidad?
La redes sociales, la tecnologÃa de poder conversar con cualquier ser humano del planeta en tiempo real, la posibilidad de viajar como nunca antes ha existido en la historia de la humanidad, está borrando muy de a poco las fronteras formales y nos está mostrando que detrás de cada "feudos" hay seres humanos que aman, sufren, se rÃen, lloran y vibran con casi las mismas cosas y circunstancias que los habitantes del "feudo" del lado. Se viene un mundo más colaborativo, si o si. Puede que llegue un poco más tarde a este paÃs que está al fin del mundo... pero finalmente llegará.
1 comentario:
“Hay que hacer a un lado el concepto de patriotismo porque el patriotismo es prehistórico.” - Santana
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