lunes, 26 de agosto de 2013

¿Por la Razón o la Fuerza?

(Tiempo aproximado de lectura 10 minutos)


Acababa de terminar una reunión en la oficina de un cliente en el Barrio Cívico y partí raudo al estacionamiento subterráneo que queda al lado de La Moneda. Pagué la tarifa y me fui al tercer nivel a buscar mi auto. Andaba apurado ya que tenía otra reunión en Providencia en 30 minutos más. Ya a punto de llegar a la salida, me di cuenta que había algo o alguien que me impedía salir del estacionamiento. Me bajé del auto para ver qué pasaba y vi otro auto, un Nissan Sentra, cruzado medio a medio, obstaculizando el paso a las dos "garitas" de salida del estacionamiento. Entre el Nissan y mi auto había otro vehículo (una camioneta negra) cuyo chofer también se había bajado. Nos acercamos al conductor que estaba sentado frente al volante con el motor absolutamente apagado.  Me di cuenta que en el asiento del copiloto había una señora que debe haber tenido cerca de 70 años, conectada a un tubo de oxigeno, tubo que reposaba en el piso de su asiento, con todas sus mangueras y su base con ruedas. El estado físico y emocional de la señora, como se podrán imaginar, no era de lo mejor.

El caballero del tercer auto comenzó preguntándole, no con muy buen tono, si le podía explicar el porqué de cruzar el auto e impedir la salida del resto de los usuarios del estacionamiento. Y se dio el siguiente dialogo entre ambos:

  • Mire señor, como usted ve, yo ando con mi madre que no está bien de salud. Pagué el monto del estacionamiento, que ya es carísimo, y nos fuimos al auto que estaba en el último nivel. Cómo ella anda muy delicada de salud, más encima teniendo que acarrear este tubo para que pueda respirar bien, nos demoramos en llegar al auto y llegar hasta aquí. Llegando acá, la maldita máquina me dice que ya pasó el tiempo para salir del estacionamiento y que tengo que pagar $800 más.
  • Ya... ¿y?
  • No tengo intención de pagar ni un peso más. Estos señores son unos ladrones y nosotros no hacemos nada para que dejen de serlo. Hablé por el citófono y les expliqué la situación y me dijeron que no podían ayudarme. Que sólo tenía que ir a pagar la diferencia y listo.
  • ¿Y qué va a hacer?
  • Pedí hablar con el encargado y no me voy a mover de aquí hasta que él llegué. No pienso pagar ni un peso más.
  • Perdón señor, yo entiendo lo que le pasa, pero, ¿qué tiene que ver todo esto con nosotros? ¿Por qué nosotros tenemos que "pagar el pato" por lo que a usted le pasa?
  • Usted no tienen nada que ver, lo sé. Pero así es la vida. Yo no voy a mover de aquí. Lo siento.

El dialogo continuó subiendo de tono mientras la señora madre mirada todo esto en silencio con una mirada más bien perdida. Finalmente, un empleado del estacionamiento le dijo, mejor dicho le grito desde lejos, al señor del Nissan que fuera a hablar con el responsable en la caja. Abrió la puerta, se bajó y, dejando la puerta abierta, comenzó a caminar hacia la caja. Inmediatamente, el señor de la camioneta negra se subió al auto, y ante la mirada atónita de la señora madre que tenía cara de querer gritar, prendió el auto y lo movió para el lado, de tal modo que dejaba libre el paso para que todos los autos (que en todo este rato deben haber sido unos 20 esperando salir) pudiesen hacerlo. El chofer del Nissan miró todo lo que ocurría, pero a una distancia tal que no pudo impedir que le movieran su auto. El otro señor, se bajo raudo del Nissan, se subió a su camioneta y salió del estacionamiento. Yo lo seguí.

Por días me quedé reflexionando desde dónde estamos haciendo lo que hacemos en nuestra sociedad.  Si bien este es un episodio "menor" respecto a tantos otros en que personas reclaman y exigen derechos realmente consagrados o reivindicaciones de lo que se cree que se tiene derecho, aunque no sé tenga, este suceso es un buen ejemplo, a mi juicio, de la lucha permanente de lidiar entre medios y fines. La tendencia en nuestra sociedad es que el fin si justifica los medios. Y si el medio para lograr el fin es la agresividad, la falta de respeto por el otro, el daño de propiedad ajena, la descalificación... bienvenidos, ya que el fin lo justifica todo.

De todo esto me surgieron dos miradas respecto a lo que pasa en Chile. Una, fue preguntarme cuándo se cruza la línea en que el uso del medio radical puede ser la última y única opción para conseguir lo que se desea, ya que la contraparte a la que se le exige lo que se le exige no se abre a ningún tipo de dialogo ni consideración en la búsqueda de una solución o al menos, acercamiento de posiciones. En otras palabras, cuándo, dada las nulas opciones, el fin si puede terminar justificando los medios. Bajo esta mirada, me cuestiono la voluntad de las partes a encontrar soluciones consensuadas, me cuestiono la emocionalidad desde donde estamos llevando a cabo nuestros procesos relacionales de vivir en sociedad. ¿Se tiene voluntad real de abrir un espacio de escucha primero y conversación después? ¿Se desea realmente llegar a acuerdos o sólo se desea imponer posiciones?  Y si se tiene voluntad, ¿cómo se traduce en acciones concretas tal voluntad?

Mi segunda mirada luego de este suceso fue reflexionar sobre el lema que nosotros, como chilenos, explicitamos en nuestro escudo patrio: "Por la razón o la fuerza". Poderosa declaración. Me cuestioné desde dónde nace este lema y él para qué del mismo. He aquí un pequeño resumen de lo encontrado en la web.

Al poseer un sentido semejante, el lema «Por la razón o la fuerza» se considera una versión en español del lema en latín «aut consiliis aut ense» («o por consejos o por espada»), que está vinculado a los orígenes del Estado de Derecho. La frase «aut consiliis aut ense» se remonta a la Antigua Roma y es expresión del clásico dualismo saber-poder (consilium-auxilium; «consejo»-«auxilio»). De ese dualismo, a su vez, es expresión el símbolo más conocido de la justicia: la balanza (que es expresión de la razón y el Derecho) y la espada (que representa el poder y la fuerza). Dicho lema latino fue incluido en el Primer Escudo Nacional, creado en 1812, en el período histórico denominado Patria Vieja. Este llevaba una inscripción que decía en la parte superior «Post tenebras lux» («Después de las tinieblas, la luz») y, en la parte inferior, «'Aut consiliis aut ense» («O por consejo o por espada»). El historiador Sergio Villalobos explica que la intención de los «patriotas» era significar que Chile avanzaba en su propia identidad autonomista, o independentista, mediante la razón o el ejercicio de la fuerza si fuese necesario.

 

"Chile avanza... mediante la razón o el ejercicio de la fuerza si fuese necesario". Si se fijan bien, esta doctrina es la base misma de las sociedades patriarcales que describí en la primera entrada de este blog: Prólogo "a"Maturana. Sociedades Colaborativas antes de la Cultura Patriarcal. Reitero los conceptos esenciales, acorde a la mirada de Humberto Maturana:


"En la cultura patriarcal el tono fundamental de las relaciones humanas está dado desde el sometimiento al poder y a la razón en el supuesto implícito de que poder y razón revelan dimensiones trascendentes del orden cósmico natural a las que el ser humano tiene acceso, y que legitiman, de manera también trascendental, su quehacer en el poder y la razón."


En simple, nosotros los chilenos, tenemos en nuestro escudo nacional el lema que mejor puede reflejar una Sociedad Patriarcal tipo. Y, lo más interesante de todo, es que la llevamos de buena forma a la práctica en el día a día. O sea, el caballero de la madre enferma en el estacionamiento o los defensores del aborto que irrumpieron en la Catedral dañando todo lo que pudieron, "trabajaban" bajo este lema. O imponen su posición por la razón o lo hacen por la fuerza, que ciertamente se aplica de muy distinta manera en ambos casos, sin embargo, son dos formas de violentar la voluntad de otros.

Para los lectores no chilenos, les cuento que hace poco tiempo atrás hubo en Chile un debate (que no llegó a nada) en que se proponía que se cambiara el lema de "Por la razón o la fuerza" a "Por la fuerza de la razón". Igualmente interesante si hubiese prosperado. De alguna manera ese nuevo lema describiría un acceso privilegiado de una de las partes en conflicto a poseer "la razón". En otra palabras, estaríamos llamados a defender "LA" razón. Nuevamente caeríamos en lo mismo que nuestro lema actual respecto a la emocionalidad desde donde se busca convivir en sociedad. ¿Existiría así la voluntad de escuchar al otro y desear llegar a consensos cuando una de las partes o ambas son dueñas de "la" razón? El hecho de que alguien deba defender "la" razón conlleva necesariamente a la necesidad de doblegar y obligar a un otro que no la tiene. "Si yo tengo "la razón" no existe posibilidad que tú también la tengas".

Volviendo a nuestro lema tal cual está ("Por la razón o la fuerza"), es entendible que cuando nuestros padres de la patria pensaron en este lema, sin duda deben haberlo hecho para fijar nuestra posición sobre la España de la cual nos independizábamos, lema que sirvió muy bien en el mismo siglo cuando tuvimos guerra con nuestros vecinos del norte. Dicho esto, me cuestiono para qué nos sirve hoy. ¿Qué principios y valores nos invita a abrazar?, ¿qué emocionalidades nos invita a vivenciar como sociedad?, ¿qué puertas nos abre para una mejor convivencia como chilenos? La única manera de "validarlo" es cuando, como chilenos, nos debiéramos unir en "una sola razón" frente a diferendos con nuestros vecinos (lo que, por cierto, ha impedido tener un buen convivir con ellos). Sin embargo, si lo tomamos en un ámbito de convivencia interna, aporta poco y nada.

Los lemas son guías, credos, manifiestos breves de valores desde dónde los pueblos declaran moverse. Así, busqué otros lemas de otras naciones, y me llamaron poderosamente la atención los siguientes cuatro lemas:

  • Francia -  Libertad, igualdad, fraternidad
  • Panamá - Para beneficio del mundo
  • Sudáfrica - Pueblos diversos, uníos
  • Suiza -Uno para todos, todos para uno

Son todos lemas declarados en positivo, denotan una emocionalidad de convivencia, de unión sin oposición a terceros, sin imposiciones. En particular, el de Sudáfrica es un lema que nace con el nuevo escudo aprobado en abril del año 2000, respondiendo al deseo de simbolizar en él los cambios democráticos del país y un nuevo sentido de patriotismo. Este es un reflejo maravilloso, a mi juicio, de como un país es un fenómeno social que va cambiando congruentemente con su entorno, con su propio medio. Me quedo con el anhelo que un buen día los chilenos conversemos sobre un mejor convivir, mejor convivir que quede reflejado, plasmado en un nuevo lema en nuestro escudo patrio. 

Adolfo 

Ps. Encontré el siguiente dibujo en la red al buscar "Por la razón y la fuerza". Me contacté con su autora y me dío permiso para agregarlo en este blog. Además, me "regaló" un lema que vió en Montevideo, que comparto con ustedes. Gracias Ana.


"Con libertad ni ofendo ni temo"

 "Ana Norambuena - Copyright 2006 - www.dibujosdeanita.blogspot.com".